Un reportaje...
Arquitectura
en Manizales.
Por Julieth Castaño.
Manizales se viste de
arquitectura republicana y en calles que
van de la 19 a la 24 y de la carrera 20 hasta la 24, este tipo de arquitectura
está más concentrada. Pero no todo en la ciudad es republicano, desde el año
1950 el estilo ‘Art Nouveau’ francés (arte nuevo) llegó a la ciudad como producto
del mundo moderno, como ejemplo de esta arquitectura se tiene a la Industria
Licorera de Caldas, el Palacio de Bellas Artes o el edificio Hernán Mejía
situado en la Plaza de Bolívar.
No se puede escapar de este
tema el hablar de la Catedral de Manizales, como expresa el historiador Vicente
Arango Estrada “la Catedral es una construcción de estilo eclíptico porque que
hay una mezcolanza de estilos, hay parte bizantina, griega, gótica y latina
hecha en concreto y que en un momento persistió siendo la más grande de América
del Sur”.
En las puertas de este
Templo se encuentra plasmada parte de la historia de la ciudad, por un lado se
encuentra la religión, desde la creación
de la primera capilla, luego el segundo Templo destruido por los terremotos,
después el tercer Templo desaparecido por los incendios de 1226 y por último se
plasma el cuarto Templo o Catedral. Por otro
lado se narra la parte cívica, desde que se derriba el primer árbol para
proyectar la ciudad, se pasa por la tragedia de los incendios y por último a la
reconstrucción de la ciudad.
Manizales que data
aproximadamente desde el año 1846- 1847 no fue oficializada como ciudad hasta
el 12 de octubre de 1849 por la Asamblea de Medellín y pese a que ha pasado por
tragedias como incendios y terremotos aun hay construcciones que persisten desde
casi la creación de la ciudad. Por la carrera 23 existe una casa cuya creación
fue en el año 1870 y que anteriormente perteneció ale scritor y político
Victoriano Vélez, pero que hoy es propiedad del padre Horacio Gómez Orozco,
quien expresa “Esta casa es una de las más
antiguas, fue construida en 1870, de las pocas que se salvaron del incendio de
1926”.
Zonas como San José, antes
llamado ‘El Mico’ o Los Agustinos anteriormente llamado ‘Carangal’, también
hacen parte de la historia y la arquitectura de la cuidad, y en los que hoy se
pueden encontrar casas con más de 140 años, sostiene Arango Estrada. Pero
debido al afán por tumbar y reconstruir se ha ido desapareciendo parte de la
historia de zonas como la de San José debido al conocido ‘Proyecto San José’,
respecto a esto Arango Estrada, sostiene “Lo de este proyecto no es una
reconstrucción, porque hasta ahora no han hecho nada, más allá de una avenida”.
Jueves, octubre 18 de 2012
Los ‘no lugares’ mágicos
Por: Laura M. García
-Tiene una moneda de 200 que me cambie por 2 de 100?
-Sí, espere miro. Aquí todo el tiempo ocurre igual, nunca
tienen la monedita de 200.
Dice el vigilante de los casilleros de la biblioteca Luis
Ángel Arango mientras busca en su bolsillo la moneda que va a permitir guardar
el bolso antes de ingresar de lleno al recinto.
Por fin la moneda hace su aparición y de pronto se acerca un
chico de unos 14 años con un acento muy marcado y le dice –Uy Señor usted me
cambia por una moneda de 200, y muestra en su mano dos de 100.
Estas historias no significan nada en comparación con todos
los anales guardados en esta biblioteca que ocupa toda una manzana y que,
además, en el segundo piso alberga la hemeroteca nacional. Sin embargo, pese a
la diferencia de espacios de la biblioteca con los recintos manizaleños, la
sensación es la misma: El sentimiento de ignorancia que lo invade a uno al ver
tantos libros que gritan para ser leídos, mientras uno va de paso y con el
tiempo exacto para encontrar lo necesario.
Ubicada a dos de cuadras hacia el oriente de la Plaza de
Bolívar y otras tantas al norte de la Candelaria la Luis Ángel Arango conforma
la cadena de bibliotecas más grande de Colombia. Este sitio que es un ‘no
lugar’ hace que cualquiera tenga la capacidad de sentirse en casa; ver una
película en la sala audiovisual, leer un libro tirado en el piso de algún
corredor, descansar un poco en las salas… cada rincón de este espacio abre las
puertas al mundo de los libros.

Miércoles, septiembre 5 de 2012
Capítulo uno:
Donde antes hubo un libro
Ésta, la nueva sede de la biblioteca pública, ostenta 14 estanterías repletas de libros apretujados, ordenadas en cuatro hileras de a tres, más cuatro más, ubicadas a ambos lados de los estantes centrales. En la primera hilera, la más cercana a la puerta de acceso, Olga me señala un espacio donde antes hubo un libro y sin pestañar cavila hasta recordar quién lo tiene. “Es uno de mis favoritos se llama: ‘La culpa es de la vaca’, pero la versión para mujeres”.
Continuamos; en las mesas de lectura hay hombres mayores ojeando el periódico y lectores casuales sacando citas o leyendo adormilados. Afuera hace frío. Ella insiste en encontrar el libro y mostrármelo, asegura que es bueno; le ha hecho reflexionar. El axioma aquí es: “si lo lees es real. Si la esperanza aparece en un capítulo investida de posibilidad no hay un porqué en dudar de ello”. Ella realmente disfruta de aprender. “Tenemos que esperar a que lo suban, ya se lo paso” me insta.
Continuará...
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