::Cortas Críticas::
Este es un corto espacio. Un lugar para hablar de cortos, deshilvanar historias y discutir sobre directores con renombre que alguna vez filmaron obras de menos de treinta minutos.
De "Luna" a seis premios Goya
Echamos ojo a un corto de Alejandro Amenabar
Por: Pablo Jaramillo J.
Un joven vendedor de seguros se queda varado en la carretera
en medio de la noche. Echando dedo, una mujer, joven también, se ofrece a
llevarlo, siempre y cuando se lo pida por favor. Así comienza “Luna”(1995), el
segundo corto de Alejandro Amenábar. El director español que dio vida a “Tesis”
(1996) enseña con este corto sus capacidades para argumentar.
Una chica obsesiva compulsiva, una novia celosa que espera
en casa, un vendedor cansado, tres personajes que agregan atmósfera de suspense, que por su extensión, poco más
de 30 minutos, da la sensación de ser un medio.
La verdad sea dicha, este es un cortometraje con muchísimos defectos.
Desde actuaciones que dejan que desear, giros de la trama un poco manidos hasta
algunos diálogos que no cuajan. Es entre otras cosas, una obra rodada en su mayoría
de noche, la iluminación escasea por momentos.
Es difícil de creer que un director que presente un año un
corto tan lleno de gazapos consiga al año siguiente siete premios Goya con un
largometraje. La idea ha llevado a un
servidor a rectificar las fechas. Y sí,
son obras consecutivas.
Un detalle que no se puede desestimar es el manejo del
tiempo en el corto. Usa transiciones entre planos similares, en el caso de la
primera secuencia dentro del caro, para mostrar lapsos de tiempo prolongados.
Poco más se puede decir antes de extender la invitación a
que vean el corto. Quizá pueda comparar
el espectador la actuación de Eduardo Noriega en “Luna” y en “Tesis” y
encontrar una actuación visiblemente mejor.
Aquí el corto, dividido en cuatro partes:
Luna (1995)
Luna (1995)
Me gusta, no me gusta
Jean Pierre Jeunet antes de Amélie
Por: Pablo Jaramillo J.
Antes de pasarse al largo, Jean Pierre Jeunet rodó tres cortometrajes y otras tantas películas de animación
de pequeño formato. Las tres son la idea inmadura de lo que años después sería
la estética de sus largometrajes más aclamados. Ante todo, allí se aglutina su
forma característica de presentar personajes y su preferencia por trabajar
siempre con los mismos actores.
Presentamos en este
recorrido por la prefilmografía de Jeunet tres cortos. El primero es “la manège”
[1980] diez minutos de animación con una
fuerte carga metafórica. En él se ven calles empedradas por las que corre agua
lluvia (algo que rescataría en el plano con el que arranca Amélie [2001] ),
luego personajes un tanto grotescos que caminan con temor entre las calles
hasta llegar a un carrusel. En él, sentados en caballos y cerdos dentados, un
grupo de niños intenta tomar una borla roja que cuelga de un hilo. Un hombre
misterioso es quien les pone este objeto y les reta a tomarlo. Luego que un
niño lo agarra, el hombre misterioso abre una puerta que conduce al subsuelo y guía a los pequeños a abajo, para que vean a las personas esclavizadas que mueven la
maquinaria del carrusel. Este corto de animación le merecería a su director un
premio César ha mejor animación en el 81. No sobra decir que la iluminación tiene un
corte expresionista alemán. Por sus luces duras, por sus primeros planos donde
los personajes demuestran con mucha claridad sus emociones, por los decorados
que a veces se antojan exagerados y expresivos, también por la desesperanza que
rodea el film. Todo en este corto juega con el claro oscuro germánico, con este
movimiento cinematográfico que basamentó lo que hoy es el terror y el suspenso
(que no son lo mismo). Aquí el corto.
Un año después rodaría un
misterioso corto en donde juega con el sepia, el sonido, los soldados y el
movimiento: Acá se nota lo que después se convertiría en
el estilo cyber punk del arte de Jeunet. Está estética que linda entre lo
futurista y lo barroco. Sobran las palabras, vealo.
Ocho años después terminaría
“Foutaises” [1989]. Un juego entre el me gusta y el no me gusta, a través del
cual el espectador descubre al personaje. Su gusto por las páginas llenas de
arena, por orinar en la ducha, su odio hacía depilarse la nariz. Minucias, como
el mismo título lo sugiere, pero que construyen un personaje mucho más humano,
más cercano. A esto se le suma el manejo que hace de las imágenes de archivo, y
planos cotidianos de una Francia lejana, pero apacible Hay que resaltar las
luces de la Torre Eiffel apagándose. Esta misma apuesta se convertiría años
después en “Le fabuleux
destin d'Amélie Poulain” [2001], o "Amélie" para ahorrar tiempo, en donde se presenta a los
personajes con este formato “me gusta y no me gusta”. Todos, hasta el gato de
un personaje secundario, pasa por este tratamiento, construyendo así límites y
códigos entre la historia y el espectador.
Una cosas
más antes de cerrar y dejarle a usted con el corto: el actor no es otro que
Dominique Pinon, recurrente en todos los largometrajes que ha rodado este
director. Sin embargo nunca, salvo este trabajo, ha desempeñado un papel
protagónico. Aquí el corto
Estos son los antecedentes del
trabajo de Jean Pierre Jeunet, un director que ostenta un premio Goya, seis
premios César, un BEFTA y cinco nominaciones a los Oscar.
Del armario a la lata
El cine de Roman Polanski del corto al largo
Por: Pablo Jaramillo J.
En el pianista (2002), vemos a nuestro
protagonista, un músico judío, escondido entre las ruinas de lo que antes fue
una casa. Entre manos se le ve una lata. Intentando abrirla, la lata resbala y
rueda por el suelo hasta chocar contra tres escalones sobre los cuales lucen
unas botas de corte militar. Esta introducción en torno al calzado nazi y las
conservas polacas no tiene otra intención que la de exaltar el manejo que hace
Polanski del lenguaje audiovisual. De la misma forma en la que no
hablaremos de pepinillos Ogorki en conserva tampoco trataremos “El pianista” ,
pese a que haya significado para Roman Polanski, su director, una Palma de oro
en Cannes, tres premios Oscar y otros tantos galardones. Nuestro protagonista
es un corto rodado, eso sí, por Polanski, en 1958. Se trata de “Dos hombres y
un armario” (Dwaj ludzie z szafą). Ver video
Al ser su tercer corto, tiene errores.
Pero en general juega con elementos semióticos profundos: Podríamos mencionar
el hecho de que los personajes salgan del mar como analogía del nacimiento, o
que el armario que cargan lleve un espejo en el que se reflejan constantemente
los personajes. De igual forma está musicalizado de forma amena. Es interesante
ver aquellos planos que en ocasiones se ven descuidados, esas peleas tan
chuecas y esos efectos que por un pelo pasan bien libradas se convertirían en
el despliegue que supuso recrear el guetto de Varsovia en “El pianista”
cuarenta años después. Por lo demás hay que ver el corto como un antecedente
directo de lo que después sería buena parte de la estética de “Chinatown
(1974)”.
Lo mejor:
La musicalización es agradable.
La forma en la que pinta la maldad de
los personajes a través de la muerte del gato, les da intención y color a los
personajes de forma rápida, contundente y sin recurrir a la voz. El juego de
sentidos que hace con el ladrón de la cartera o el asesino en el río;
personajes que no intervienen en la historia pero que aportan símbolos.
Lo regular:
La mujer que corre ofrece una sonrisa
muy chueca; si era la intención de Polanski que la actriz se viese tan tiesa lo
logró.
Los efectos como la muerte del gato o
los golpes de la secuencia de la pelea, eso y la sangre que escupe el personaje
lastimado, todos rompen el pacto ficcional.
Más cortos:
Asesinato (Morderstwo) 1957 Roman Polanski
Asesinato (Morderstwo) 1957 Roman Polanski
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