viernes, 14 de septiembre de 2012

Opiniones sin criterio

Por:

Luis F. Molina

Redacción Líttera

Opinar no es tarea fácil en ninguna forma. Emitir una opinión requiere un razonamiento para lograr que la posición tomada tenga algún efecto, o, por lo menos, una interpretación.
Quienes se creen dueños de la verdad, creen que su opinión es verdad absoluta, verdad divina, verdad universal. Así, quienes no entienden, comparten, asienten o gustan de una posición ajena toman el lamentable lugar de atacar a quien opina con su propio criterio.
 
Un séquito siempre atento a caerle al caído está expectantea del error, del mal cálculo para interponer todo tipo triquiñuelas lingüísticas e ideológicas y lograr la confusión en la opinión de otra persona.
 
Si cualquiera comete un error en una opinión, pues será necesario corregirle. Si aquel individuo acepta la corrección, todo estará bien. Si no lo hace, pues el problema se acumulará para él. No habrá necesidad entonces de emprender una guerra sin cuartel para hacerle entender a otro que su opinión contrasta con el conocimiento propio.

(Véalo completo en la pestaña "Exhortaciones" o en más información)

Es la falta de tolerancia ante el criterio ajeno, ante la opinión sagaz y las nuevas interpretaciones que todavía muestran a la sociedad colombiana como una gregaria, que todavía no puede vivir en paz, porque siempre que oye algo supuestamente prohibido para sus oídos corre a rasgar sus vestiduras sin antes pararse a pensar los fundamentos de los otros.
 
Ni su opinión, ni mi verdad son máximos morales ni verdades universales para andar pregonando el error de otros a favor del propio. Qué quede constancia de que estamos intentando cambiar. Al menos, los prejuicios parecen mermarse con el cambio generacional. No se sabe hasta dónde, pero parece, y como tal, es mi percepción; es mi opinión.

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